Creatividad e innovación: cómo aplicarlas a tu pyme


En un contexto de cambio permanente, la innovación se vuelve una variable fundamental para asegurar la sustentabilidad de una empresa a largo plazo.

En un mundo donde todo se está dando antes de lo pronosticado, innovar se vuelve un imperativo ineludible para toda pyme. Innovar es alterar algo introduciendo novedades; es crear diferenciales permanentemente. El mercado cambió y debemos adaptarnos.

¿Qué es la creatividad?
Es la unión de puntos que nadie había unido, con un valor agregado en originalidad para la sociedad. Los puntos son aprendizajes que incorporamos (cursos, películas que vemos, libros que leemos, gente con la que interactuamos, etc.). Todo contribuye a tener más puntos para unir.

¿Qué barreras nos impiden ser creativo?
  • Salto a conclusiones: El proceso creativo necesita un tiempo de producción y de maduración, y la ansiedad va en contra de la innovación: hace que la primera idea que surja sea la que tomemos.
  • Aversión a perder: el impacto emocional que tiene una derrota es hasta tres veces mayor que el que tiene una ganancia o una victoria. Y esto produce un efecto anti toma de decisiones innovadoras.
  • Valorar más las ideas propias que las ajenas: lo que esto produce en la dinámica de la empresa, es que, muchas veces, queramos reinventar la rueda. Hacemos todo un proceso de innovación para reinventar desde cero y no valoramos lo suficiente las ideas que vienen de afuera.
  • No tomar una decisión, a veces, tiene el mismo costo que tomar una mala decisión: en las empresas, se tiende a castigar a quien toma una mala decisión, pero no a quien no toma ninguna. Esto resulta muy nocivo para procesos de innovación.

¿Cómo hago para innovar?
Mientras que la creatividad es la capacidad de generar ideas distintas, innovar es hacer, ponerlas en práctica. Para saber hacia dónde enfocar la innovación, primero hay que pensar qué necesita mi pyme. Una vez hecho este ejercicio, existen herramientas que podés aplicar en tu negocio:

Los 5 por qué: siguiendo el modelo popularizado por Toyota, una vez identificado el problema, se trata de desglosarlo, romperlo en partes, preguntado hasta cinco veces "por qué". Este ejercicio permite ver las causas del problema y, así, las ideas que aparecen son muy distintas.
Cambiar el punto de vista: darle un enfoque distinto al problema. Acá la pregunta es para qué; es pensar a futuro. Mientras que el por qué nos lleva a la causa raíz, al pasado, el para qué conduce hacia delante; tomamos una decisión hoy que impacta a futuro.
Aprovechar lo inminente, lo que está por venir: pensar qué va a pasar porque, en función de qué va a venir, podemos tomar una decisión hoy. Lo que se analiza aquí es la probabilidad de ocurrencia y, luego, cómo impacta en mi negocio. 
A partir de saber el nivel impacto, el siguiente paso es actuar y definir: qué debo eliminar o reducir; qué incrementar o potenciar y qué tengo que hacer distinto, es decir, qué debo crear en mi negocio que hoy no tengo para hacer frente a esa tendencia. 
El desafío es mirar la herramienta no solo desde uno, sino cómo van impactar las tendencias en nuestros clientes. De esta manera, nos adelantamos al futuro y "arreglamos el techo antes de que llueva".
por Marketing Directo