Trabajar en equipo puede potenciar exponencialmente los límites


La productividad y la eficiencia son valiosos activos intangibles, tanto en los individuos como en las organizaciones. La utilización óptima de nuestros recursos nos permite ser mejores, hacer más cosas en menos tiempo, tener “mayor” capacidad y/o ser más eficientes en nuestras actividades.
Si bien, ser más eficientes, productivos, organizados y claros de mente nos permite mejorar nuestro desempeño personal o profesional para alcanzar lo que deseamos, llega un momento en el que llegamos a un límite que es muy difícil de sobrepasar. Por más eficaces u organizados que seamos, siempre habrá actividades, metas o retos que serán mucho más complicados (o imposibles) si los abordamos de manera personal y aislada.

Trabajar en equipo puede potenciar exponencialmente los límites de productividad y eficiencia de cada individuo que colabora en un fin común. Es decir, suma la fuerza de trabajo de cada persona y multiplica su potencial al trabajar en conjunto. Cabe mencionar que no se trata de más horas de trabajo aportadas por más individuos hacia una actividad, sino de mayor calidad y eficiencia aportada por un conjunto de personas que no sólo aportan más unidades de tiempo al trabajo, sino que incrementan el tope del límite personal que cada integrante del equipo alcanza de manera individual.

A continuación, compartiremos cinco consejos prácticos que te permitirán colaborar en equipo de una manera más organizada y eficiente:

DESARROLLA UN EQUIPO COMPACTO. Un grupo compacto trabaja como una unidad. En éste, la comunicación entre sus integrantes fluye fácilmente y las actividades se realizan sin problemas y casi sin la necesidad de la intervención de un “supervisor”. La cohesión de un grupo le permite a sus miembros comunicarse eficazmente y contribuir equitativamente a producir algo mayor que lo que podrían sumar las partes individuales. Así en la medida en la que un grupo sea lo más compacto posible, podrá aprovechar en mayor medida el potencial individual de sus integrantes, en pro de los objetivos comunes.

IDENTIFICA LOS ROLES EN EL GRUPO. Siempre habrá una actividad predominante en la que cada integrante de un equipo aportará el mayor valor agregado. Cada persona tiene talentos y habilidades que, si son identificados y explotados, en las actividades más. Las mayores oportunidades de crecimiento de una persona siempre serán en las áreas de mayor fortaleza de dicho individuo.

ESTABLECE UNA VISIÓN COMÚN. Un equipo que comparte una visión, se enfoca, se energiza y obtiene confianza. Sabe hacia dónde se dirige y por qué debe llegar ahí. Clarificar las direcciones de un equipo en una tarea o trabajo. Implica que cada miembro del equipo debe comprender no sólo qué debe hacer, sino también para que lo debe hacer.

ESTABLECE UN LIDERAZGO EFECTIVO. Aunque se logre formar un buen grupo de trabajo, siempre se necesitará la intervención de alguien que funja como líder. La habilidad de conectar con los demás, de generar ideas y compartirlas claramente, la capacidad de proyectar pasión y la actitud que se adopta ante las situaciones del día a día, jamás son iguales en los integrantes del equipo. Así pues, es importante encontrar a aquella persona que sea capaz de sacar lo mejor de cada individuo y del equipo en su conjunto, que pueda conectar mejor que nadie con demás y que logre poner un ambiente amigable y motivante para que las ideas fluyan.

GENERA UN PLAN DE CONTINGENCIA. En un equipo siempre habrá diferencias entre sus integrantes. Aunque en la generalidad siempre se pueden dirimir los desacuerdos, hay disputas en las que simplemente cada lado tiene una “razón”. Así pues, es sumamente importante contar con un plan de contingencia que marque con claridad los pasos a seguir, en caso de que surja dicha situación. En la medida en la que los integrantes del equipo entiendan que hay reglas del juego claras e imparciales, las diferencias personales no trascenderán significativamente y el equipo se mantendrá compacto, enfocado y motivado.•