Nuestro negocio es simplemente, una promesa de satisfacción.



En los últimos años, los consumidores han demostrado ser cada vez más exigentes a la hora de efectuar una compra. Y es por ello que se ha vuelto fundamental la búsqueda de nuevas estrategias que permitan satisfacer de forma plena las necesidades de los clientes, para lograr el éxito en un mercado que se torna más y más competitivo.
Todo, absolutamente todo lo que un cliente recibe de un comercio, es valorado por él, no sólo de forma consciente, sino también inconsciente. Ofrecer la mejor calidad, el precio más bajo o el mayor surtido de productos, ya no garantiza que el cliente elegirá siempre un determinado local comercial para realizar sus compras.
En todos los sectores del mercado, la oferta es muy variada, y los consumidores son cada vez más conscientes de ello al momento de decidir dónde y en qué gastar su dinero. Es por eso que la mejor forma de lograr la “fidelización” de la clientela es manteniéndola plenamente satisfecha, brindándole todo lo que necesita y todo lo que espera recibir. Y todavía no alcanza.
Cuando hablamos de fidelidad del cliente, hablamos de un acto que no puede imponerse. Sino se debe trabajar hasta lograrlo. Porque es un acto libre de la voluntad del consumidor elegir en donde gastar su dinero. Y este elegir se dará en la promesa que volquemos en nuestra publicidad comercial. Si la promesa de satisfacción se cumple, el cliente seguirá fiel. Pero si no se cumple, se romperá la promesa, y la fidelidad dejará de existir.
A veces, la “fidelidad del cliente” esta determinada a ciertos factores. Como por ejemplo comprar una línea telefónica. Hay lugares donde no podemos elegir, hay una sola compañía, con el valor agregado de que es sencillo contratarla, pero bastante complicado darle de baja. Así que puede decirse en estos casos, que no se trata de una fidelidad tan auténtica, cuando uno no tiene más de una opción.
Otro factor fundamental en la fidelidad de los clientes, es el valor que ellos perciben en las promesas de la competencia. Un cliente fidelizado, muy pocas veces evalúa todas las posibles opciones que le ofrece nuestra competencia. Pero el día que nuestro cliente fiel entre por otra puerta que no sea la nuestra, el costo de publicidad para recuperarlo, será mayor que el costo de publicidad de la competencia por retenerlo.
Pero sabemos muy bien, para que nuestro negocio crezca, además de nuestros fieles clientes, debemos concentrarnos en la captación de otros nuevos. Es decir, la inversión en publicidad para dar a conocer nuestra promesa de satisfacción. Que es simplemente nuestro negocio; indiferentemente de lo que vendamos.
Por otro lado nunca dejemos de pensar en nuestra clientela actual, para que ésta regrese una y otra vez. Porque el día de mañana, un cliente nuevo que haya comprado, será parte de ella.
Mediante la publicidad podemos dar a conocer nuestro negocio, nuestra promesa de satisfacción, y todos los valores que un cliente pueda obtener. El efecto que produce tiene que ser, indiscutiblemente, el aumento de las ventas. Un aumento en nuestra cartera de clientes.
Para comenzar con algo sencillo, evaluemos nuestra publicidad, y si no la tenemos comencemos con la teoría más clásica. Y para que esta tenga éxito, suponiendo actuar en un mundo comercial básico y sencillo, apliquemos la fórmula AIDA:
A: atención
I: interés
D: deseo
A: acción
De este modo, nuestra publicidad debería captar primero la atención del consumidor, despertar su interés, provocar el deseo por el producto, y, por último, llevar a la acción de compra.
No hay mejor experiencia que un negocio esté comunicado con sus clientes; y que además hablen el mismo idioma. Invertir en publicidad hace la diferencia necesaria para destacarse en el mercado. Las personas y los comercios exitosos lo saben, por eso son exitosos.
No venda productos ó servicios, venda satisfacción.